“El oro es más aventurero que la arena, de repente se te pierde el huevón, puedes estar un mes hueveando, y aquí tu no estás más de dos o tres días sin vender, sin hacer platita..” Juan Carlos Rivera

Aquí soy independiente, pasa cualquier cosa en la casa, hay que llevar los niños al colegio, mi señora me pide cualquier cosa. Me mando solo, no pido permiso, si hay compromiso lo suspendo…

Tenía como 11 años, trabajaba en el mercado de viña y como llegaban los camiones a la feria y yo sabía atender, me fui a trabajar a la feria y allí estuve hasta los 21 -23 años, me quedé trabajando en un puesto, pero había que pagar por todo, y además yo trabajaba solo en esa feria, así que una vez fui para arriba a ver a mi tío Palomo, adonde termina el Puente de Las Cucharas, ahí vivía también mi tío Pedro, mi tío Pablo, todos arneadores, siempre íbamos para allá en el verano porque era bonito el estero, habían posas, pescados, y también sacaban oro…ahí conocí a un amigo, el Tucúquere,  y él me invitó a sacar oro, él era jefe de ahí, tenía su cuadrilla para sacar el oro, y me quedé ahí, en ese tiempo uno se mandaba más solo, las mujeres no lo mandaban, y en ese tiempo recuerdo que me pagaron 700 pesos por el día, el gramo de oro lo vendían a 160 pesos, o sea a mi me pasaron como 4 grs y medio. El que sacaba un gramo comía en el día y le quedan un par de lukitas para ahorrar, el que sacaba dos le quedaba un gramo fijo para ahorro, y el que sacaba tres,  y así poh, en vez de trabajar en la feria que trabajaba dos veces a la semana y andaba pato y estaba más endeudado, me vine para arriba…

Primero fui medio pollo, ayudante, ahí aprendí a trabajar, a conocer el estero por debajo, sin verlo, calcular la profundidad, y antes de lanzarme con mi equipo, con mi cuadrilla, ví la ambición de muchos viejos, ahí ví que para cagar a mi socio le metían maquina para allá a cortarlo, vi que dos cuadrillas se mataron y no sacaron oro, ví cómo el gringo Henry, un gringo grande de casi dos metros, que participó en la segunda Guerra Mundial, tenía una canal tan grande que cabía una camionada entera, y donde manguereaba el material, ví como el gringo se puso delante de los viejos que venían peleando por el oro, ví como rajó el estero en 50mts, ví como lo secó y no sacó nada! Yo, de ahí, siempre me acuerdo, me fui a un espacio que estaba entre dos concesionarios, una franja de 100 metros que ninguno de los dos lo trabajaba, y como nosotros éramos agujones nos metimos allí no más, y descubrimos al llegar abajo un pedazo como de 2 x 2mts, y justo llega Mario Coma, uno de los concesionarios, cuando teníamos limpiecito y nos pregunta ¿qué pasa cabros? “Nada poh don Mario, aquí estamos viendo porque al oro lo tienen correteado para todos lados, no vale la pena seguir lavando el material que están tirando, no se poh, ya llegamos al manto y vamos a pegarle una chayadita”. ¡Sacamos 7 gramos ese día!, ¡el oro estaba amontonado ahí! No sé si es por la ambición, o se corre, o el diablo lo mete al revés! Al día siguiente teníamos casi todas las maquinas trabajando en el lugar, y esa calichera llegó a dar arriba del kilo…

En ese tiempo donde mi tío Palomo se vendía vino, la mayoría de la gente que trabajaba en el estero iba a tomar, les servíamos dentro de la cocina que era grande porque era de campo, todavía hay un cuaderno perdido por ahí donde estaban todos los del sindicato, se perdió porque no pagaba nadie, había un viejito al que llamaban “rotito”, un caballero super educado, ¡pero malo pa’ pagar! llegaba a las cinco de la mañana a huevear, había que levantarse pa’ atenderlo, cuando me pedían, yo los atendía, claro, primero me servía yo, después le servía a ellos, sobre todo el vino con harina en la mañana, medio pato con harina, “tómese un medio con harina”, me decía mi tío Palomo, yo no me curaba, no me hacía nada, y el desayuno, que era de campo, una cazuela, un plato de porotos, “ropita vieja”, como le llamábamos, era lo que quedaba del otro día, las pantrucas que eran ricas al otro día en la mañana con ajicito, ¿no ve que era helado por esa parte? Pero habían hartos que vendían vino, arriba de mi casa también, más allá, la Teruca, habían una cachá, vino clandestino eso sí, una casa, una mesa afuera y una sombrita, más encachao era yo que los metía a los viejos en la cocina…me acuerdo que también una vez, viene el tren y arriba de la casa pilla a una burra, y me dijeron, y como yo trabajé cuando cabro en el mercado de viña y aprendí a despostar, pesqué un cuchillo y entres tiempos:  las dos patas pal’ lado, nada que altiro pa’ abajo, ahí pesqué las dos patas y me las planté al hombro a dejarlas a la casa, de ahí, las dos manos,  quedó el puro nonato no más, la cría que tenía en la guata, y como la cocina era grande hice cualquier charqui, charqui al humo, lo secaba al sol y con el humo de la cocina a leña se iba humeando, después a los viejos les molía un poco de sal en un plato y se tomaban una garrafa en un ratito, les daba más sed!

Me acuerdo que con mi papá una vez fuimos al Salto a buscar leña, mi viejo vendía leña cuando cabro, y veníamos de allá, con unos carretones que había hecho yo con rodamientos, así que le echamos unos atados, veníamos cargados, después, subir la cantera era lo fregado, pero estaba vendida la leña, así que era plata altiro, veníamos por donde está la Quebrada Salino,y me acuerdo que mi hermano el chico pitinga, el Arturo, decía: “dale trencito, corre trencito lindo”…y ¡paff!!” siento el puro bocinazo y nos giramos y el tren se había piteado una vaca del huaso Erasmo, y andaba un cabro de a caballo que andaba arreando, y nos dijo: “llévense todo lo que puedan llevarse porque yo me voy altiro de aquí, es de nosotros este animal”, así que ¡quee! andaba con una cuchilla en el bolsón, en un ratito, una pierna arriba, la otra pierna arriba, después veníamos pa’ la corneta con los carros con la carne, despostada eso si, pero con el cuero, las patas, las manos, el lomo y la cabeza, llegamos oscuro a la Cantera, y siempre me acuerdo, “papá” le dije, “llevemos la leña pa’ la casa, yo voy a vender un poco de carne” así que llegué a la casa, y me fui altiro con una pierna, desposté y me hice como 15 kilos, luego unas bolsas y salí a vender, salimos más salvados que la cresta, así que nos quedamos con toda la leña pa’ la casa…cualquier asado!!…

El oro es más aventurero que la arena, de repente se te pierde el huevón, puedes estar un mes hueveando, y aquí tu no estás más de dos o tres días sin vender, sin hacer platita, aquí, en la arena, todos los días molí algo, de allá cuando pillai la pinta, no se te corta, ganai plata y harto, pero cuando se te pierde, andai dando bote no más, te atrapa el huevón, no te podí convencer, querí ganarle al cerro, y cuando no tiene el huevón no te va a dar no más, y te pasea…me acuerdo una vez, que de la Cantera del Puente las Cucharas partimos con una canoa al hombro, y caminamos todo el día para llegar a unas quebradas en Rodelillo, que mi amigo tenía unas quebradas muy bonitas, claro y yo llegué y las quebradas eran lindas, cualquier material, “aquí nos vamos pegar la tremenda salvaá”,  dije, trabajamos todo el día, no sacamos nada, eran las puras quebradas bonitas…

A veces he pensado en volver y trabajar en partes donde quedaron oro, pero trabajar ahora solo, como está la gente, me da como un poco de julepe, estás lavando y llegan los huevones a quitarte las cosas, a asaltarte y te pegan un par de balazos por nada…sí, poh, aquí hay varias partes de cerros que quedaron con orito y he pensado en ir a lavarlas, para enseñarles a los cabros míos, ninguno de ellos tiene idea, como una experiencia nueva, y pienso: si me va bien me voy a quedar pegado ahí, y no faltan los cabros maldadosos, te quitan un auto no te van a quitar una pepa de oro,

Aquí ya estoy radicado hace más de 20 años, cuando formamos el sindicato de Viña, en Puente Cancha, llegué aquí cuando mi hijo tenia 3 años, formamos el sindicato para tener los permisos, para poder trabajar y que nos autorizaran, porque antes los inspectores nos correteaban, los carabineros nos quitaban los arneros, pero después la gente no empezó a pagar las cuotas, hay socios que venían de otros sindicatos y que habían estado en directivas y traían mañas, salían hacer diligencias a mediodía toda una semana, después fue el comportamiento de algunos socios y mucha mierda en la Muni, inspectores que te ponían mal ante el jefe..ahora, en todo caso ya no hay permisos, pero la Municipalidad ya no nos molesta, tenemos que ayudar a cuidar eso sí, que no boten escombros…